Reflexiones sobre la impostura
· Cuando el concepto de finitud se convierte en un complejo, cuando nos empezamos a ver como seres minúsculos e intrascendentes -como en realidad somos- nos volvemos vulnerables a la necesidad de trascendencia, y nos acosa un irrefrenable deseo de vivir intensamente, de participar de todo, de multiplicar nuestras energías y de multiplicarnos, de buscar la aventura, de bebernos la vida, por si se acaba, de conquistar -agradar- a los demás a pesar de todo, a pesar de quienes nos rodean y del mal que podamos hacerles. Extendemos una inmensa red sin reflexionar apenas sobre lo que ellos esperan y necesitan de nosotros, y sobre todo, de lo que realmente somos capaces de abarcar con plenitud para llenar los espacios de una vida plena y satisfacerlos medianamente.
· La intensidad con la que algunos pretenden vivir no es sino un irrefrenable deseo de trascendencia producido por el miedo a la soledad, y sobre todo por la inseguridad de irse sin dejar huella a cualquier costa.
· Quienes viven desaforadamente todas las oportunidades que atisban y buscan ampliar el espectro de vivencias suelen mantenerse siempre alerta y desarrollan una capacidad especial para conquistar y agradar a todo aquel que se le acerca. Paradójicamente es su profunda inseguridad lo que les hace no desechar nada, por lo que deben mantener múltiples secretos con el fin de no arriesgar nada, temen perder parte de lo conquistado, y cuando deben elegir o tomar una decisión lo hacen sólo amparados en la seguridad de tener otra relación que iguale o mejore su actualidad, siempre deslumbrados por el efecto hipnótico de la novedad.
· La virtud del vividor desenfrenado –impostor- lo hace hábil para no ser descubierto, y es en la farsa y el fingimiento donde hallan el mejor consuelo. Se han convertido en expertos en el arte de la simulación y no sólo engañan a los demás por sentido de supervivencia, sino que necesitan mentirse a sí mismos para guardar parte de un pretendido orgullo o fundamento moral, con tanta convicción que no tardan en creerse cada nuevo rol creado, cada máscara construida y cada disfraz improvisado hasta convencerse de su maestría y creyendo que es el mejor camino que se les ofrece para una vida plena, obviando o desconociendo el concepto de unicidad (integridad) y de creación de ideales firmes o convicciones vitales.
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